Virginia Drake ha entrevistado para El Semanal de ABC al mítico Manuel Benitez que cuenta muchas anécdotas de su alter ego "El Cordobés" , se pone serio, ríe, medita, y reclama respeto para la Fiesta desde sus venerables 75 años con una vida carga de nostalgias y soledades.La charla no tiene desperdicio y por eso la reproduzco en este portal donde no solo encontramos al torero en uso de buen retiro sino a un hombre integro, espontáneo, transparente, que nacido en el año del inicio de la guerra civil española ( 1936), pasó de roba gallinas y espontaneo a ser no solo un figurón del toreo sino un personaje que conmovió a los Kennedy, entró en la casa de Franco , se sentó a manteles con ministros, diplomaticos y presidentes, reyes y mendigos y convocó multitudes porque fue un heterodoxo del toreo que le amargó la vida a los serios criticos e hizo gozar a miles de aficionados en los tendidos.El Cordobés habla sin tapujos de la paz y de la guerra, de sus paseos al campo, de su hijo, de su mujer francesa, de su tristeza de no saber leer y escribir de mayor, de como salía presuroso de los restaurantes donde le pedían que dejara algo en el libro de visitantes ilustres y él, socarronamente, les decía: más tarde......No sabía, no podía. Se refiere a su deseo de seguir viviendo..." 2 mil años más", reclamaLA CHARLAEl Cordobés», que nos invita junto con Martina a pasar el día en su finca La Tierna, a pocos kilómetros de Córdoba, es el paradigma del sentido común, llano y primario, después de haberse bebido la vida a chorros.Lo llamaron el Renco, porque heredó el apodo de su padre y de su abuelo, que cojeó primero; el Niño de Palma del Río, porque así figura en sus primeros carteles; y el Cordobés, porque con este nombre se hizo leyenda viva de la historia de España. La editorial Planeta acaba de reeditar su biografía, revisada y ampliada en algunos aspectos censurados entonces y referidos a la Guerra Civil, O Llevarás luto por mí, escrita por Larry Collins y Dominique Lapierre, de la que ya hay proyecto cinematográfico.El Cordobés nos recoge en la estación del AVE, y nada más levantar la cancela de entrada nos comenta que lo primero que hace al llegar es ir a saludar a la Virgen de Fátima, cuya imagen protege dentro de una rústica caja de madera empotrada en el tronco de un árbol. XLSemanal. ¿Qué le ha pedido a la Virgen?Manuel Benítez. Que me dé salud para seguir luchando. Que quiero vivir muchos años. XL. ¿Todo lo que cuentan en este libro de usted es verdad?M.B. Respecto a lo que se trata de mí, todo es verdad. Lo de la guerra... ya es otra cosa. Yo eso no lo viví. XL. ¿Por torear en el campo lo encerró la Guardia Civil en un establo y compartió avena con los caballos una semana?M.B. Avena, sí, y bebía del pesebre con ellos. XL. ¿Tan mal andaba la cosa?M.B. Con el hambre que había, no te iban a dar jamón [se ríe]. Recuerdo otra vez que me cogieron por saltar al ruedo en una corrida, de maletilla, y me metieron en un corralón donde había una gallina. Cada vez que el bicho ponía un huevo, yo me lo comía. Luego aplastaba el cascarón y se lo daba a la gallina para que se lo comiese y no se vieran restos. El caso es que el guardia civil que me vigilaba veía que el huevo desaparecía cada día y una tarde me dijo: «Mira, niño, qué ganas tengo de que te vayas». Y yo le contesté: «Más ganas tengo yo» [risas]. XL. Huérfano de padre y madre, sin trabajo, sin comida... no quedaba otra que robar un día tras otro. M.B. Eso no era robar, era «buscar» porque no había nada que echarse a la boca. Era una defensa natural. Yo no era un golfo, era un hambriento. Cuando no podía coger por ahí unas naranjas o maíz, comía escardancha, una planta que antes salía mucho en el campo. No es que fuese pobre, es que no sabía lo que era el dinero. XL. Pero ahora lo tiene para dar y tomar. M.B. Lo importante no es lo que tengo ahora, sino llegar a ser algo en la vida, porque yo no era nadie, yo no era nada. XL. ¿A quién le debe algo?M.B. Al público que tuvo fe en mí. Yo estoy muy agradecido al público y a los toros, esa es la verdad.XL. También en esto fue un furtivo, se hinchó a torear los bravos en el campo, en las noches de Luna llena.M.B. Yo no tenía a nadie que me enseñara o que me apoyase, yo no sabía torear ni lo que era un capote. Solo era un chiquillo que quería dejar de pasar hambre.XL. ¿Cuándo vio un toro de cerca por primera vez? M.B. Esto no lo he contado nunca. Tendría yo 14 añillos cuando un día salí a buscar comida. Crucé el Guadalquivir para hacerme con un saquillo de maíz de las fincas del otro lado del río, para venderlo y comer algo. El caso es que, cuando estaba de vuelta, vi un toro enorme, escarbando la arena, y me puse a llamarlo: ¡Eh, eh, toro!XL. ¡Derrochando valor!M.B. Buscando la emoción, sí: pero fui un inconsciente porque, si se arranca, no me hubiera dado tiempo a subirme al árbol. Lo curioso es que, cuando el toro me vio, dejó de escarbar, me miró y, como yo seguía gritándole, se dio media vuelta y se fue corriendo. ¡Lo había asustado! Así que dejé el maíz y me puse a correr detrás de él, gritando como un loco. Sentí una emoción enorme... ahí me vino la afición. XL. El libro cuenta que, durante la Guerra Civil, los vecinos de Palma del Río mataron y se comieron uno a uno los toros bravos de la ganadería de Félix Moreno; y que, cuando acabó la guerra, el ganadero se hizo acompañar de guardias civiles y mandó fusilar a los hombres del pueblo, vengando a sus toros.M.B. Yo no viví eso, yo nací en 1936 y no puedo dar cuenta de lo que no vi. Yo puedo hablar de torear a la luz de la Luna, en el campo, desnudo... cuando era un chaval. Pero de la guerra, no. A mí me metieron en la cárcel tres meses y medio porque los vaqueros descubrieron mis pisadas toreando en su finca. Pero, a mí, Félix Moreno no me ha hecho nada.XL. Sin embargo, O llevarás luto por mí cuenta esas cosas y muchas tragedias más que vivió su familia a cuenta suya. M.B. Yo no puedo hablar de lo que no he vivido. XL. ¿Cree que han utilizado políticamente su historia y la de su familia para dar a conocer episodios de la Guerra Civil? M.B. Vamos a ver, hay que ser sincero en la vida. Si te digo la verdad, no comprendo esto de que estén removiendo la memoria histórica. Esas cosas ocurrieron y ahora ¿qué? ¿Qué más quieren hacer? Hay que mirar para delante. Aquello fue una guerra... No sé a qué viene remover todo eso. Ahora se empieza a trastear con cosas muy tristes y de ellas no va a salir nada bueno. ¿Qué hacemos? ¿Es que esto va a andar? No, no va a andar. Entonces, ¿quién lo mueve y por qué? Dímelo tú. XL. No, dígamelo usted, que es muy listo. M.B. ¡No, no!, yo no soy muy listo, yo solo soy un trabajador, un chavea, un torero, un artista [risas].XL. Pero más listo que el hambre... M.B. ¿Por qué se mueve ahora esto? A los pobres muertos que están ahí debajo -empezando por mi padre- ya no les interesa para nada. Para mí sería más importante remover cosas que dieran una ayuda a las personas que les hace falta.XL. ¿Le interesa la política? M.B. Claro, sin política no podríamos vivir, alguien tiene que organizar las cosas. Pero los políticos tienen muchas manos para mover muchas cosas... Y unas veces mueven a favor y otras se equivocan. La política lo agarra todo.XL. Con sus cinco hijos, ¿nunca ha discutido de política?M.B. ¡Nunca! Ellos están en el campo, en su trabajo y no discutimos. ¿Qué es la política para discutir sobre ella? Si a mí me alimentara la política, lucharía también por el sillón. Yo tengo poco roce con los políticos, tengo mi mundo y me dedico al pueblo.XL. ¿Cuántos trabajadores fijos tiene en sus fincas? M.B. Unos 20 entre unas fincas y otras. Y ahí vamos tirando. La aceituna, las vacas, las placas solares... XL. Pero no es de los que lloran. M.B. ¡Nooo! Yo no soy de esos agricultores que van llorando. Yo ya lloré mucho de chico porque a mí me dieron muchos palos... Lo que pasa es que ahora hay gente que llora de verdad porque el aceite no vale nada, se lo llevan todo los intermediarios... Las vacas no valen nada, pero en la tienda el precio no baja. Y sube el gasoil, el pienso. Pero yo no lloro, con un huerto y cuatro gallinas tengo suficiente para vivir.XL. ¿Y su gente le cuida las fincas para que no le roben las naranjas ni los sacos de maíz? M.B. Aquí viene mucha gente a coger espárragos y yo no les digo nada porque no son míos. Yo solo tengo la propiedad del suelo, de las vacas, de los pastos que yo cuido, de las ovejas que yo meto, pero no de lo que el campo da. Las perdices son suyas; los espárragos, también. Cuando los veo marcharse con un montón de espárragos, pienso que ese día, por lo menos, van a comer algo bueno. El problema es que aquí hay mucho paro, y los políticos tenían que arreglarlo.XL. ¿Y cómo se soluciona esto? M.B. Pues, entre otras cosas, no quitando el toro bravo, que mucha gente vive de esto. Las cosas que están andando hay que dejarlas que sigan andando.XL. Pero las razones que mueven quienes están en contra son de otro tipo: fiesta salvaje, identidad nacional... M.B. De fiesta salvaje, ¡nada! Y de lo otro... El que no quiera ser de España tendrá que cambiar su pasaporte para no ser de este lado, ¿no? ¿Esto a qué viene ahora? Yo soy un hombre que ha luchado mucho en la vida y veo que esto es un pegolete.XL. ¿Lee los periódicos? M.B. Sí, de vez en cuando, y veo la televisión. XL. ¿Y sigue la guerra de Libia y...? M.B. Sí, claro. Esa gente lleva ya muchos años gobernando y tendría que buscarse otro camino, ¿no? Pero lo que no entiendo es ese tipo de ayudas que les dan desde otros países. ¡A ver cómo se van luego! También veo muchos países por ahí en donde faltan muchas cosas, y tampoco hay gente que vaya al encuentro. ¿Por qué? Porque no tienen petróleo ni nada que les pueda interesar. Eso es la política, ¿no? Yo lo que quiero es que todo el mundo tenga libertad para decidir y que luchen y que, si se caen, que se levanten y, si se rompen la rodilla, que se les cure y sigan andando. Sin libertad no se puede hacer nada.XL. ¿Alguna vez le han pedido los políticos que los apoye con su presencia? M.B. No, a mí, no. Yo no necesito pegarme a nada ni a nadie para comer, yo no me meto en cosas que no son lo mío.XL. Y ahora mismo, ¿qué es lo suyo? M.B. Luchar y ayudar a mis hijos.XL. Seguro que se siente orgulloso de sus hijos. M.B. ¡Y de mi mujer! Hay muchas personas que creen que es la que manda en todo... Y no es así, mi mujer es muy buena y nos llevamos muy bien. No para de hacer cosas porque nosotros comemos en la misma mesa con todo el mundo, con la gente que trabaja en la casa... ¡echamos comida para todos!XL. Fue el Cordobés quien le puso el mote de la Pantera. M.B. [Se ríe] Pero era por los ojos.XL. ¿Es difícil vivir con una leyenda como la suya?M.B. ¡Nooo! ¿Por qué? Yo soy una persona igual que tú, ¿o yo soy de hierro y tú, de carne y hueso? Soy una persona normal.XL. ¡Hombre, no! Triunfos como los suyos no son normales. M.B. Pero luego soy una persona de carne y hueso. Yo soy el mismo que cuando era chavalillo. ¿Por qué voy a cambiar yo?XL. Así que la Pantera lo tranquilizó para el resto.M.B. ¡Me he tranquilizado solo! [se ríe]. Después de torear de un sitio para otro uno quiere quedarse tranquilo, ¿o no? Es verdad que ella me ha ayudado, pero me he tranquilizado yo. He salido adelante solo, ando por ahí solo, no necesito a nadie, me he mentalizado yo muy bien para no depender de nadie... Tengo amigos, pero no para salir por ahí. Me he preparado para vivir solo y soy feliz.XL. ¿Se ha vuelto solitario?M.B. Me he enseñado a serlo. A veces le digo a la chica que me eche una lata de atún, una manzana y una botella de agua y me voy a una finca y no me acerco ni a la casa. Me siento debajo de un chaparro y pienso. Veo las vacas, patos que salen volando de un pantano... y soy el hombre más feliz. ¡No quiero más nada! ¿Comprendes? Hay muchas figuras muy importantes en el mundo que de pronto se quedan vacías... ¡Eso sí que es un problema! Como te quedes vacío..., ¡adiós!XL. ¿Duerme tranquilo?M.B. ¡Sí! [rotundo], yo no he hecho daño a nadie.XL. Dicen que lee las manos y adivina el futuro.M.B. Soy un poquito mago, sí. Mira su mano [me enseña una raya profunda que cruza la palma], yo voy a vivir 2000 años. No me voy a morir nunca.XL. ¿Cómo vive la crisis?M.B. La crisis es unaXL. Dígaselo a los parados.M.B. ¿Quién ha creado la crisis? Los parados, no. Un banco no puede dar el dinero al dos por ciento porque, entonces, mete a la gente en un mundo del que no puede salir.XL. Pero a nadie lo obligan a vivir por encima de sus posibilidades. Repartamos la culpa, ¿no?M.B. La tenemos todos, sí; porque ¿cómo puede valer un piso 30 millones de pesetas para un trabajador? Vamos a ser sinceros: primero, te dan dinero para el piso; luego, para el coche... Te dan el dinero muy fácilmente y después es muy difícil devolverlo. ¿Cómo va a poder devolver un trabajador con hijos 30 millones de un piso? ¡Ni trabajando toda su vida! Eso es una gran mentira.XL. ¿Alguna vez ha pedido una hipoteca?M.B. ¡Nunca he pedido dinero a nadie! No he comprado nada si no tenía dinero, lo de los bancos no sé cómo va.XL. ¿Qué hacía con el dinero que ganaba?M.B. Me he dedicado a torear y con lo que me daban me he dedicado a comprar y vender fincas... Solo me metía en lo que sé. Compraba fincas malas, las dejaba bonitas y las vendía.XL. ¿Cómo las dejaba bonitas?M.B. Pues compraba un pedregal lleno de piedras y me dedicaba a enterrarlas a dos metros bajo el suelo para que se vieran verdes, con pastos... Luego, las vendía por más dinero. Si alguien no podía pagarme, yo le decía que no pasaba nada, que se tomara su tiempo... ¡Y nadie me ha dejado a deber una perra chica! XL. ¿Y todos los negocios le han salido siempre bien?M.B. No, una vez me metí con uno en un negocio de muebles y me engañó. Perdí 15 millones de pesetas, hará 20 años. Por meterme en lo que yo no conocía, ¿ves?XL. ¿Sigue hablando en pesetas?M.B. Sí, yo de euros no entiendo. Para pagar un café, sí, pero para lo demás pregunto cuánto vale en pesetas.XL. Y su ganadería, ¿siempre de carne?M.B. Yo de bravo no entiendo, eso es muy difícil.XL. Muchos toreros se convierten en ganaderos... M.B. ¡Por enredar! Dime uno que viva de su ganadería. Algunos toreros hemos ganado mucho, pero yo era de los que, si ganaba 20, me gastaba diez en una finca y los otros diez, al macuto.XL. Lo veo como la duquesa de Alba, que cuando se casa un hijo le da una finca.M.B. ¡Nooo! Yo, no; que luego te sale un niño rabioso y vienen los problemas. Aquí todo está metido en sociedades familiares y lo que haya al final, para ellos. XL. ¿Y qué hace un niño rabioso?M.B. Cosas malas. Un día te cambia las pastillas y dice: «Mira el abuelo, con lo bien que estaba y se nos ha muerto» [se ríe]. XL. ¡Hombre, no!M.B. ¡Hombre, sí! Nunca se sabe. Yo no tengo niños rabiosos, pero puede pasar. Con el tiempo se casan y... ¡nunca se sabe! Por cierto, ¿se casa la duquesa de Alba? XL. No lo sé, ¿a usted qué le parece?M.B. Se la ve muy feliz. Yo la conozco y es una señora buenísima y dulce. Encantadora. Pero yo creo que mejor no hacer repartos, ¡a ver qué le van a dejar a uno! Antes se repartía entre los hijos y ellos cuidaban de ti. Pero hoy, cuando tienes ya una edad, dicen: «Vamos a buscar una buena mujer que cuide a papá». Y ellos se desentienden, porque, claro, a la mujer le pagan con el dinero de papá, ¿o no? Y no lo digo por mis niños, que son muy buenos. L. Y, además, Martina es más joven que usted, ¿no?M.B. Diez años, pero ¡que se agarre Martina también!XL. De joven tocaba la guitarra y el piano...M.B. [Me interrumpe] ¡Uy! Estuve tres años dando clases, era un lío. Yo intentaba hacer de todo. Aprendí a leer y a escribir mi nombre de muy mayor. Cuando iba a un restaurante, por ejemplo, y me sacaban un libro para que firmase, les tenía que decir: «Luego te lo firmo». Me hacía el loco y me iba sin firmar, porque no sabía. Pero, claro, ahí ya no podía volver.
domingo, 17 de abril de 2011
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