Con motivo del CONGRESO MUNDIAL GANADERO de
MEDELLIN MANIZALES, los amigos colombianos, nos mandan noticias. Este artículo
escrito por el ganadero Santiago Uribe Vélez, me parece muy interesante :
“La fiesta de los toros está regulada por la
ley 916 del 26 de noviembre de 2004. La Corte Constitucional, al revisarla,
pidió que el espectáculo debía ser morigerado, es decir que se disminuyeran los
excesos. Conscientes de lo emanado de la Corte, un grupo de aficionados,
durante más de ocho (8) años, hemos elaborado un proyecto de ley que vamos a
presentar, a través de la Cámara del Toro de Lidia, adscrita a Fedegan, a
consideración del Congreso de la República. El proyecto propone cambios en la
divisa, la pica, las banderillas y las medidas de las puyas, arpones y rejones
de castigo; además, dicta algo revolucionario y vanguardista, estableciendo que
el torero, de a pie o de a caballo, sólo tiene tres (3) oportunidades para
entrar a matar la res y dos (2) para descabellarla, controlado por el factor
tiempo. En España ya se habla del tema pero no se ha dado el paso adelante.
Ni en los toros, ni en la caza, ni en la pesca hay crueldad. Nadie goza con el dolor del animal y menos con el del torero. El enfrentamiento de toro y torero es cruento (es el espectáculo de sangre, sol y arena) más no violento. En las corridas nadie se pelea. La violencia es la actitud del hombre cuando pretende agredir o agrede a su congénere. El futbol genera mucha violencia (a nivel mundial) porque los hinchas del mismo equipo y de equipos contrarios se agraden a diario, y lo peor, se matan.
Creo que nadie tiene derecho a prohibir el futbol (el de las mayorías) ni a cercenarlo, y que nadie tiene derecho a prohibir la fiesta de los toros (la de las minorías) ni a cercenarla. Si en el futbol se prohibiera hacer goles y los 22 jugadores salieran a la cancha a "perrear", hacer monerías y túneles, los estadios pasarían a ser monumentos de cemento. La fiesta de los toros sin la muerte (suerte suprema) dejaría de ser un ritual y pasaría a ser una exhibición medio circense, sin el desafiante retoque final; la muestra está en la poca acogida del espectáculo en Portugal, respetado por cierto, y la decadencia de la feria de Quito, pues ya dieron una temporada sin la muerte del toro que poco gustó a los aficionados y curiosos que asistieron. Abolir la muerte del toro en el ruedo, por parte del torero, es dejar el camino para que en la arena sólo pueda morir el torero, por parte del toro, algo insólito y, para muchos, injusto y desequilibrado.
Los toros, a secas, son cultura, tradición, pasión, identidad, y, por encima de todo, una clara expresión de libertad. En el toreo, el torero hace que la plasticidad se convierta en arte. Me desconcierta el sentimiento Anglosajón, que tanto nos influye, porque de cierta manera ha logrado confundir el humanismo con el animalismo. Veo con extrañeza como a muchos les duele más la muerte de un toro en el ruedo que la de un niño en los brazos de una madre que nunca tuvo la capacidad física o los recursos para alimentarlo. A los animalistas humanizados, al parecer, les molesta mas el dolor que siente el toro al picarlo, banderillearlo y matarlo que el que siente, en el alma, una mujer al ser agredida (violada) por cualquier "toro loco" de dos patas que arremete y cornea por ahí.
Respeto la decisión de nuestros dirigentes Sergio Fajardo y Aníbal Gaviria de no apoyar la fiesta de los toros (en el pasado la engalanaron con su presencia); sin embargo, no la comparto, porque apoyar el futbol y no apoyar la fiesta de los toros es apoyar algo que genera violencia y los toros no la generan. El no apoyar una manifestación cultural o atacarla, aunque sea de las minorías, es educar con coacción.
Los dirigentes de este lado del rio Magdalena, por respeto a los taurinos, no deben tomar partido en la forma como lo está haciendo el dirigente de la otra orilla. Coincidir, total o parcialmente, con ciertos anti taurinos es, sin querer, azuzar su violencia. No olvidemos que organizaciones no gubernamentales patrocinan y dirigen a jóvenes menores de edad que no respetan ni lo que dice el papa Benedicto y atemorizan a los aficionados y a la policía con el cuento de que por ser menorcitos nada les pueden hacer y menos detener. Nos han agredido como han querido (insultos, pintura, piedras, palos, vomito, escupa, rayado de vehículos, lanzamiento de papas bombas, etc.) y se campean orondos por doquier.
Los dirigentes religiosos, civiles y políticos deben aportar su grano de arena para que florezca la tolerancia, camino obligado para el logro de la tan anhelada paz. No hay paz sin libertad…
El toro de lidia es uno de los grandes guardianes del ecosistema, para su bienestar cuidamos con esmero las praderas, los arboles y los nacimientos de agua de nuestras ganaderías. Sin la muerte del toro en el ruedo la fiesta desaparecería pronto, pasando a la historia, enmarcada en fotos, videos y recuerdos. Sin la fiesta, su rey - el toro de lidia -, inevitablemente se extinguiría.
Seguiré luchando para que el toro de lidia no desaparezca de la faz de la tierra. Me tranquiliza saber que miles de personas me acompañan en esta lucha. Personajes como Fernando Savater, Mario Vargas Llosa y nuestro querido maestro Fernando Botero, por no mencionar otro centenar de célebres, poseedores de capacidad y sensibilidad bastante difícil de igualar, están a favor de la supervivencia del toro de lidia.
Si el toro de lidia llegaré a desaparecer por el capricho, ignorancia e intolerancia de algunos, a los amantes de la fiesta sólo nos quedaría bramar, con lágrimas: “Pobre Toro de Lidia”.
SANTIAGO URIBE VELEZ
Aficionado y ganadero
Ni en los toros, ni en la caza, ni en la pesca hay crueldad. Nadie goza con el dolor del animal y menos con el del torero. El enfrentamiento de toro y torero es cruento (es el espectáculo de sangre, sol y arena) más no violento. En las corridas nadie se pelea. La violencia es la actitud del hombre cuando pretende agredir o agrede a su congénere. El futbol genera mucha violencia (a nivel mundial) porque los hinchas del mismo equipo y de equipos contrarios se agraden a diario, y lo peor, se matan.
Creo que nadie tiene derecho a prohibir el futbol (el de las mayorías) ni a cercenarlo, y que nadie tiene derecho a prohibir la fiesta de los toros (la de las minorías) ni a cercenarla. Si en el futbol se prohibiera hacer goles y los 22 jugadores salieran a la cancha a "perrear", hacer monerías y túneles, los estadios pasarían a ser monumentos de cemento. La fiesta de los toros sin la muerte (suerte suprema) dejaría de ser un ritual y pasaría a ser una exhibición medio circense, sin el desafiante retoque final; la muestra está en la poca acogida del espectáculo en Portugal, respetado por cierto, y la decadencia de la feria de Quito, pues ya dieron una temporada sin la muerte del toro que poco gustó a los aficionados y curiosos que asistieron. Abolir la muerte del toro en el ruedo, por parte del torero, es dejar el camino para que en la arena sólo pueda morir el torero, por parte del toro, algo insólito y, para muchos, injusto y desequilibrado.
Los toros, a secas, son cultura, tradición, pasión, identidad, y, por encima de todo, una clara expresión de libertad. En el toreo, el torero hace que la plasticidad se convierta en arte. Me desconcierta el sentimiento Anglosajón, que tanto nos influye, porque de cierta manera ha logrado confundir el humanismo con el animalismo. Veo con extrañeza como a muchos les duele más la muerte de un toro en el ruedo que la de un niño en los brazos de una madre que nunca tuvo la capacidad física o los recursos para alimentarlo. A los animalistas humanizados, al parecer, les molesta mas el dolor que siente el toro al picarlo, banderillearlo y matarlo que el que siente, en el alma, una mujer al ser agredida (violada) por cualquier "toro loco" de dos patas que arremete y cornea por ahí.
Respeto la decisión de nuestros dirigentes Sergio Fajardo y Aníbal Gaviria de no apoyar la fiesta de los toros (en el pasado la engalanaron con su presencia); sin embargo, no la comparto, porque apoyar el futbol y no apoyar la fiesta de los toros es apoyar algo que genera violencia y los toros no la generan. El no apoyar una manifestación cultural o atacarla, aunque sea de las minorías, es educar con coacción.
Los dirigentes de este lado del rio Magdalena, por respeto a los taurinos, no deben tomar partido en la forma como lo está haciendo el dirigente de la otra orilla. Coincidir, total o parcialmente, con ciertos anti taurinos es, sin querer, azuzar su violencia. No olvidemos que organizaciones no gubernamentales patrocinan y dirigen a jóvenes menores de edad que no respetan ni lo que dice el papa Benedicto y atemorizan a los aficionados y a la policía con el cuento de que por ser menorcitos nada les pueden hacer y menos detener. Nos han agredido como han querido (insultos, pintura, piedras, palos, vomito, escupa, rayado de vehículos, lanzamiento de papas bombas, etc.) y se campean orondos por doquier.
Los dirigentes religiosos, civiles y políticos deben aportar su grano de arena para que florezca la tolerancia, camino obligado para el logro de la tan anhelada paz. No hay paz sin libertad…
El toro de lidia es uno de los grandes guardianes del ecosistema, para su bienestar cuidamos con esmero las praderas, los arboles y los nacimientos de agua de nuestras ganaderías. Sin la muerte del toro en el ruedo la fiesta desaparecería pronto, pasando a la historia, enmarcada en fotos, videos y recuerdos. Sin la fiesta, su rey - el toro de lidia -, inevitablemente se extinguiría.
Seguiré luchando para que el toro de lidia no desaparezca de la faz de la tierra. Me tranquiliza saber que miles de personas me acompañan en esta lucha. Personajes como Fernando Savater, Mario Vargas Llosa y nuestro querido maestro Fernando Botero, por no mencionar otro centenar de célebres, poseedores de capacidad y sensibilidad bastante difícil de igualar, están a favor de la supervivencia del toro de lidia.
Si el toro de lidia llegaré a desaparecer por el capricho, ignorancia e intolerancia de algunos, a los amantes de la fiesta sólo nos quedaría bramar, con lágrimas: “Pobre Toro de Lidia”.
SANTIAGO URIBE VELEZ
Aficionado y ganadero
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